Gustavo Carreón Vázquez, IIEc-UNAM Edgar Acatitla Romero, FCA-UNAM Raymundo Vite Cristóbal, UAM-X Joaquín Urbina Alonso, IEMS
En la naturaleza, entendiendo por “naturaleza” todo lo observable, existe una gran cantidad de fenómenos colectivos que muestran la formación de patrones globales que no resultan de la dirección centralizada de alguno de sus elementos. Algunos ejemplos de ellos, son las estructuras que forman los bancos de peces como los cardúmenes, las parvadas de algunas aves, los hormigueros, las luciérnagas al sincronizarse o las construcciones de las termitas, entre otros. Aunque en las sociedades humanas muchas estructuras son resultado del diseño centralizado dirigido por grupos o gobernantes a través de la instauración de normas y leyes, también existen patrones espacio temporales no contemplados que emergen de las interacciones locales entre los individuos y de procesos no dirigidos por ninguna autoridad central. Algunos ejemplos de ellos son el comportamiento de los mercados financieros, los patrones de consumo, la emergencia de un movimiento social, los fenómenos de segregación social, el crecimiento y distribución de las ciudades, el tráfico vehicular, entre muchos otros.
Ante el comportamiento de estos fenómenos naturales y sociales el paradigma de la ciencia, que se puede identificar como paradigma tradicional, se ha visto limitado, sin poner en tela de juicio sus importantes éxitos e innegables progresos, al formular explicaciones y predicciones poco satisfactorias para las comunidades científicas y los actores que, con base en ellas, toman decisiones de política. Aunque se requiere de un espacio amplio para explicar en qué consiste el paradigma tradicional de la ciencia se pueden, por lo menos, señalar características puntuales que contrastan con algunas características del paradigma de los sistemas complejos. En la siguiente sección se enuncian las más representativas.